Angèle, una joven suiza, cruzó el Atlántico, desde Lucerna hasta Rosario, para vivir una experiencia de Voluntariado con WEP Argentina. Habiendo terminado la escuela secundaria en su país, trabajó un tiempo para poder financiarse esta experiencia. Vino a la Argentina a vivir una nueva aventura y a aprender el idioma español durante 6 meses. Llegó a nuestro país sin saber una palabra de castellano y dos meses después ya puede compartirnos su experiencia y sentires.
¿Por qué pensaste en hacer este programa?
Primero quise hacer un Intercambio escolar e ir al colegio, pero ya estoy un poco grande para hacer ese tipo de intercambios. Entonces WEP Francia & Suiza me ofreció hacer un voluntariado. Me pareció ser una opción muy interesante.
¿Por qué elegiste Argentina?
Ya conocía un poco la cultura porque cada año en nuestro pueblo tenemos un pequeño festival de tango, entonces invitamos siempre personas de Argentina que vienen para dar clases de baile y conciertos de tango. Es también el único país que conozco en América del Sur.
¿Qué aspectos te gustaron del programa de voluntariado?
Me gustó que sea más libre que un Intercambio escolar. Es algo completamente diferente a lo que yo hice en Suiza. Es una nueva experiencia que va ayudarme en la vida.
¿Qué recomendaciones le harías a alguien que quiere hacer un voluntariado?
Primero por el Intercambio que se genera con la gente, con mis compañeros. Un voluntariado es más caluroso, el ambiente es más relajado y esto hace que sea más agradable comunicarse con la gente.
¿Qué podrías decir del lugar en donde estas realizando el voluntariado?
Mi tarea es acompañar la gente que visita el Jardín de los Niños, un espacio de educación y entretenimiento de la Municipalidad de Rosario. Estoy en la Máquina de volar, ayudando a poner el arnés y el casco a los niños, explicando en qué consiste esta máquina. Me gustan mucho mis compañeros son muy simpáticos calurosos y siempre me hacen preguntas para conocer mi cultura. Me sirvió mucho para aprender español. Con mis compañeros estamos 5 horas juntos y hablamos todo el tiempo con la gente. Todo eso me sirvió mucho para mejorar el idioma.
Es muy interesante porque está relacionado con la Historia del Arte. Es como un museo a cielo abierto. La gente puede aprender sobre los artistas de Rosario. Me permitió a mi también aprender un poco. Me gusta mucho la mezcla de todo eso, es muy diverso. Tenemos por ejemplo, una parte sobre Leonardo da Vinci que es muy histórico. Pero también tenemos un lugar que es más espiritual, como la montaña o también los lugares donde la gente puede hacer ejercicios físicos, moverse. Me gusta la mezcla de todo esto y que no vaya en una sola dirección.
En Suiza, ¿existe un espacio como el Tríptico de la Infancia?
No. Es siempre un poco difícil explicar a donde trabajo. En Suiza existen lugares parecidos pero la gente que trabaja ahí no está tan cerca de los visitantes. No hay tanta interacción.
¿Qué tipo de público visita el espacio?
El fin de semana van muchas familias, más de clase baja hasta media, creo que también va más gente de clase alta pero creo que se mezclan todos, hay de todas las clases, porque no es caro, creo que pueden también si no tienen tanta plata entrar gratis.
¿Cómo estas viviendo la diferencia cultural?
Creo que la diferencia más grande es la manera de relacionarse con la gente. Aquí son mucho más “calurosos” que en Suiza. En mi país, la gente siempre intenta tener una distancia y acá me parece que no.
¿Qué diferencia sentís que hay de vivir en una casa con una familia anfitriona o vivir en un hostel?
Lo más importante de vivir en una familia anfitriona es el compartir la vida cotidiana. Es un lugar donde se mezcla la cultura de una manera más intensa. Me parece que es muy importante porque en un hostel no es lo mismo. Uno está solo. Cuando vivís en una familia, vivís también una vida familiar.
¿Qué te llevas de toda esta experiencia?
La relación entre la gente y la posibilidad de conocer nuevas personas, porque esto es nuevo para mi. Nunca fui sola a un lugar tanto tiempo.